Cuando quieres correr en la F1 tienes que acatar una serie de reglas. Esto lo sabían todos los equipos con neumáticos Michelin cuando decidieron retirarse de la carrera. Ferrari, a mi juicio, solamente se ha mostrado intransigente con respecto a su postura de
acatar las normas, pero nos resulta muy fácil acusarles de poner en peligro la vida de los pilotos, por ejemplo, y también de haberse cargado el GP de Indianapolis. Sin embargo, la culpa no la tiene Ferrari, ni siquiera la FIA por no poner esa chicane en la famosa curva peraltada. La culpa la tiene Michelin, simple y llanamente.
¿Hubiese sido mejor, tal y como comentaban los comentaristas de Telecinco que habían propuesto los equipos Michelin, que se pusiese la chicane pero dándoles los puntos a los equipos Bridgestone ya de antemano? Pues no, hubiese sido la misma farsa, si no peor.
Es más, cualquier solución hubiese sido igualmente esperpéntica.
Deberían volver a poder cambiar los neumáticos en carrera, como antes, así no se volverán a ver accidentes como el de Raikonnen o apuros tan graves como el de Alonso en Mónaco.
De la Rosa comentaba que si algo había que hacer era felicitar a Bridgestone por haber conseguido, de alguna u otra manera, unos neumáticos que no diesen ese problema. Pues bien, ¿por qué cuando buscamos culpables metemos también a Ferrari?
Ferrari lo único que ha hecho ha sido defender los millones de euros que le pagan sus patrocinadores, sin contar con la ingente cantidad de dinero que aporta su dueña, la FIAT, y correr, que es para lo que están en la F1.
Ahora está muy de moda el criticar a Ferrari por todo, pero, vaya, qué curioso, cuando estaba Alonso en Minardi a nadie le parecía mal nada de lo que hacía Ferrarí...